Como olvidar aquellos clásicos consejos como: “camarón que se duerme se lo lleva la corriente” “dime con quién andas y te diré quién eres” “de tragones y limpios están llenos los panteones” si se dicen así o como se digan ustedes saben a lo que me refiero; entre otros tantos que de persona en persona se trasmiten. La edad para conocerlos es invariable, claro que como requisito común es tener la capacidad suficiente para entenderlos o para querer escucharlos, cuántos de nosotros habremos escuchado por lo menos dos que tres de ellos, lo más curioso puede ser el momento en que se llegan a presentar estos típicos refranes; en mi caso y para mi mala fortuna rozaron mis sentidos como un viento de invierno helado pero a la vez placentero, indicando que es el momento de utilizar esa vestimenta invernal que la época exige, luciendo así los abrigos, gorros, bufandas, entre otras prendas de temporada que durante el año pasado se fueron comprando según fueron requeridas.
Así todos mis sentidos fueron paralizados al escuchar la voz tan fuerte y áspera por la edad de mi abuela, al igual que un sinfín de voces familiares y conocidas que causaban un revoloteo en mi cabeza al recordar etapas y momentos que compartí a su lado como otras tantas cosas. Desearía suspender el tiempo en un punto muerto, tener la facilidad de poder crear una pausa, como la utilizas cuando no deseas perderte ningún momento de una película, pues debes atender la puerta de la llamada que realiza una persona, al tocar con suma insistencia el timbre de la puerta; de esta forma quisiera detener el tiempo y retrocederlo al momento en el que por cuestiones inexplicables y absurdas decidí formar parte de un grupo social de esos que son denominados como la escoria de la sociedad. Admito que mi posición dentro de este grupo no era el más alto pero sí el más vacante, dado que te juegas la vida entre dos importantes personajes uno de ellos la ley y el otro la mafia; además de tener atiborradas las filas con niños inexpertos, necesitados de dinero para solventar una familia numerosa o que simplemente fueron reclutados a la fuerza; el entrenarles es una tarea de lo más difícil y agotador, sin mencionar que es arriesgado, ya que si atrapan a alguno de ellos distribuyendo la mercancía es un buen medio para llegar a la matriz que lo llego a reclutar, por ello es necesario e indispensable que la cabeza principal de estos inexpertos burreros sea lo suficientemente ágil para reclutar, capacitar y sobretodo distribuir a esta carne fresca que pronto proveerá de una cosecha abundante y fresca.
Mantenerte con vida y entero es sólo una parte de lo que día a día vives, pues tus sentidos permanecen alterados y sensibles ante cualquier muestra de movimientos aparentemente sospechosos; pero olvidemos de momento esta historia y mejor regresemos al punto en el que me encuentro recargado en un muro de un callejón que quien sabe en qué parte de esta vendita ciudad se encuentre, el pecho me aprisiona con violencia, sólo logro sentir en mi pierna izquierda una quemada laceradamente fría producida por una bala, mientras que como me es posible logro mantener controlada de cierta forma el hilo de sangre que corre por mi costado derecho, a causa quizá de una acuchillada o por el roce de alguna bala perdida, todo esto acompañado por el zumbido aturdidor en mi cabeza que producen ese mar de voces que recuerdan alguno que otro refrán, que de haberlos atendido, hubiera evitado estar a unas cuantas horas de morir por derramamiento de la vena aorta.
De todos los finales que en algún momento imagine jamás llegue a pensar que terminaría muerto en un enfrentamiento entre narcotraficantes y agentes de la AFI, pero lo que más me duele es pensar en la imagen de mi padre al recibir el aviso por parte de Peritos Pediciales solicitando rendir su declaración sobre el reconocimiento de mi persona en la morgue, eso me duele más que dejar este mundo podrido de esta falsa sociedad que nos rodea.